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Nùria Pereira Martínez
Directora. Instituto Europeo Campus Stellae

Las comidas romanas

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Las comidas romanas


Para entender la distribución horaria de las comidas en la vieja sociedad
romana tenemos que darnos cuenta de que era una sociedad que desconocía la luz eléctrica y que, por lo tanto, se levantaba y se acostaba con el sol.

Los textos antiguos nos hablan de tres comidas en el día de un romano:

  • El ientaculum era una especie de desayuno que el niño podría llevar para comer en el colegio pero, en todo caso, se trataba de una comida ligera.
  • La segunda era el pradium que se correspondería por el tentempié de hoy en día y, por último,
  • la cena que se correspondería a nuestro almuerzo, no sólo por la hora sino por su abundancia. 

     
En la cena había tres partes:

  • Gustus o gustiatio: que consistía en picar entremeses: huevos, olivas, lechuga, setas, ostras... acompañadas de mulsum, que era vino con miel.
  • Cena propiamente dicha: carne de distintos tipos (según la economía de cada uno acompañada de vino.
  • Y la secundae mesae, es decir, los postres: queso, bollos, fruta, frutos secos...
  • A veces, después venía la comissatio (sobremesa en la que se comía copiosamente) y que se podía alargar mucho.


Como sabemos de las películas de romanos, utilizaban una postura para
comer que para nosotros es extraña: se tumbaban sobre el lado izquierdo.

El comedor se llamaba triclinium, porque estaba formado por tres divanes con el cabezal en contra de una mesa cuadrada, repositorium, donde se ponía la comida que venía ya cortada de la cocina. Inicialmente se cogían con los dedos pues el cubierto todavía no había sido inventado. La buena educación se mostraba cogiendo la comida con la punta de los dedos sin mancharse ni la cara ni las manos.

Los restos se tiraban en el suelo y, al terminar, los invitados podían llevar algo de la comida restante para su casa.

Las mujeres comían junto a sus maridos, al contrario de lo que sucedía en Grecia. En cambio los esclavos sólo se ponían a la mesa con los amos en algunos días de fiesta, como podrían ser las Saturnalias, donde recibían raciones extra, tiempo libre y otras prebendas.

Recordemos que la sociedad romana era una sociedad en la que la abundancia de esclavos suplía la escasa mecanización. Cuando una persona iba de invitado a casa de otra, llevaba a su propio esclavo para servir la comida, cortarla, recogerla, proporcionar agua...


Malena Seage Ouro

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