Nuria Pereira Martínez
Directora
Área Protocolo, Ceremonial, Heráldica y Eventos
Instituto Europeo Campus Stellae
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“ Vengo del Lejano Oriente, no tengo ni amigos ni familia aquí.
Ni casa, ni maestro.
Solo tengo una cosa, mi Honor”
MI VIDA ES MI HONOR
Y
MI HONOR ES MI VIDA
Ese era el lema SAMURAI y sin honor, no podían vivir. Preferían morir a deshonrar no solo a si mismos sino tambien a su familia.
El término samurai significa guardián o aquel que sirve, y fue el nombre que recibieron los guerreros del antiguo Japón feudal desde el siglo X hasta el siglo XIX. Originalmente los samurai eran los defensores de los “ Daimyo” o señores feudales por los que eran contratados, aunque posteriormente protegieron también a los emperadores. Si era necesario, deberían protegerlos hasta con su vida.
El interés mayor de un samurai, nunca fue la fortuna, lo más importante para ellos era honrar a su familia, antepasados y a su patria.
Pero vamos a empezar desde el principio.
Antiguamente todo el mundo tenía la posibilidad de convertirse en samurai, lo único que tenían que poseer era el dominio de las artes marciales, reputación y obviamente, que fuera contratado por un señor feudal. Pero en el siglo XVI, el ser samurai empezó a contar con grandes privilegios y el título se convirtió en hereditario; de padres a hijos. Generalmente, el heredero era el hijo primogénito, pero cabe el caso de que el padre creyera mas conveniente elegir a otro descendiente más apto para ejercer este rol. El llegar a ser samurai no llenaba solo al hombre en si, si no tambien honraba a su familia y a sus ancentros. Es por ello que si ningún hijo cumplía los requisitos deseados, podían adoptar.
Los samurais se involucraban mucho en la educación de sus hijos junto con su esposa. Les inculcaban lealtad y devoción al señor feudal, coraje, disciplina y valentía ante la muerte, con el fin de que fuesen dignos de llevar el nombre de su padre.
A los cinco años de edad los niños aprendían a manejar el arco y la flecha, y poco después iniciaban la práctica de equitación. Además, a los 5 años se le rapaba el pelo y lo dejaba crecer hasta la ceremonia oficial en la que le otorgaban el titulo de samurai.
A los siete años se les permitia usar por primera vez el “hakama” (pantalones)
Estaban obligados a realizar tareas que pusieran en juego sus límites tanto físicos como psicológicos. Tenían que andar descalzos en la nieve e incluso presenciar decapitaciones.
Las madres también tenian un papel fundamental en la educación de sus hijos ya que en el momento en el que un niño se caía y lloraba, la madre le decia: ¿ Qué harás el día en que pierdas un brazo en la batalla o que tengas que realizar el seppuku? No le daban cariño, porque este, le podía “ablandar”
Desde los 10 años y hasta los 15 años recibían una educación intensiva, en la que obtenían conocimientos de caligrafía, poesía y música, entre otras materias, y se entrenaban en artes marciales. También leían crónicas de guerra e historia antigua, con la finalidad de formar un pensamiento marcial en los jóvenes.
Un samurai era considerado adulto a los 15 años. Era entonces al llegar a la edad de madurez cuando tenía lugar la ceremonia mas importante de su vida, llamada “ gempuku”, a través de la cual podrían ejercer oficialmente de samurais, pero antes deberían pasar una serie de pruebas para que el estudiante, le demostrara a su “sensei”( maestro) que había aprendido las técnicas y poseía las habilidades requeridas para convertirse en samurai. Si las superaba se convertiría en adulto. Recibirían su primera armadura, una espada, un nombre adulto y el pelo sería cortado en forma adulta, pero manteniendo la cabellera larga. El corte de los samurais mas maduros variaba, se rapaban en los laterales de la parte alta de la cabeza y la larga cabellera era sujetada con una cola doblada hacia arriba y adelante. El cortarle la coleta a un samurai, era considerado una desgracia.
Estos guerreros tenían la obligación de estar siempre limpios. Debían lavarse las manos y los pies por la mañana y la noche, y bañarse diariamente. También, debían arreglarse el cabello y llevar completamente afeitada la parte superior de la frente. Comer, combatir, visitar a un amigo, morir, todos lo actos de los samurais debían estar llenos de rigurosa etiqueta.
Ellos se regían por el Bushido (bushi = guerrero/ do= via) o Camino del guerrero un código de honor creado entre el siglo IX – XII, una manera de vida donde se establecían los parámetros bajo los cuales debian actuar los samurais. Este código llego a influenciar a toda la cultura japonesa. Les prohibía demostrar miedo y cobardía.
Según el Bushido, el primer deber de un samurai era morir por su señor, el Daimyo.
Los 7 principios del código Bushido son los siguientes:
GI YU JIN REI MEYO MAKOTO CHUGO
- 1.GI - Honradez y Justicia . Decisión justa en la ecuanimidad, actitud justa, cuando debemos morir, debemos morir.
- 2.YU - Valor Heroico: Bravura teñida de heroismo.
- 3. JIN – Compasión: Amor universal, benevolencia hacia la humanidad
- 4. REI – Cortesía: Comportamiento justo, punto fundamental.
- 5. MEIYO – Honor: Honor y gloria
- 6. MAKOTO - Sinceridad Absoluta: Sinceridad total.
- 7. CHUGO - Deber y Lealtad: devoción, lealtad.
Lo más importante era cuidar el honor de su nombre, familia y ancestros, aunque eso implicara perder la vida. Para los samurais la muerte era sólo un modo de perpetuar la existencia y era preferible a ser derrotado o hecho prisionero, por lo que en el campo de batalla estos hombres eran considerados los guerreros más letales.
Los samuráis preferían luchar solos, uno contra otro. En la batalla un Samurai "invocaría" el nombre de su familia, rango y hazañas y buscaría un oponente de similar rango para combatir. Cuando el Samurai acababa con su oponente le decapitaba, para tras la batalla retornar con las cabezas de los oponentes vencidos que acreditaban así su victoria. Las cabezas de los generales y aquellos con alto rango eran transportadas de vuelta a la capital y mostradas en las celebraciones y similares.
La única salida para un samurai derrotado o deshonrado, era la muerte o el suicidio ritual “Seppuku o Harakiri”, aunque también para no caer en manos enemigas.
Este ritual consistía en abrirse el vientre, de hecho, harakiri viene de “hara” que significa estómago y “kiri” que es corte. Los japoneses pensaban que tanto el alma como el espíritu humano se encontraban en un punto del vientre llamado hara, ubicado a unos dos dedos del ombligo entre éste y la columna vertebral, en el que se concentraba la energía vital, de ahí que fuera éste el punto elegido para acabar con la vida.
Esta ceremonia suicida estaba reservada para los samurais que debían restablecer su honor a través de su propia muerte. Era un procedimiento sumamente doloroso y sagrado, que requería de minuciosidad y etiqueta.
El samurai que iba a cometer seppuku debía escribir un poema de despedida, y tener al menos un día de ayuno para que su estómago estuviese vacío en el momento de cortarlo. Además, debía acompañarlo un compañero o ayudante, que le cortara la cabeza para acabar limpiamente con el ritual.
Vestido todo de blanco, color de la purificación, el samurai se sentaba sobre una esterilla en posición de reposo con la espalda derecha, la cabeza recta y las manos sobre las rodillas, con el fin de meditar. Frente a él estaba colocada el arma, su wakizashi, la espada más corta de las dos que portaba diariamente.
Después de meditar, procedía a desnudarse de la cintura para arriba, e insertaba el puñal (sostenido con un paño para no salpicarse de sangre ya que morir con sangre en las manos es una deshonra) en el abdomen para proceder al corte. Éste podía ser en dirección horizontal, pero por lo general se hacía diagonalmente, empezando desde el extremo inferior izquierdo para atravesar muy despacio el abdomen hacia la derecha y llegar suavemente arriba, para después deslizar la espada nuevamente hacia abajo. Durante el ritual, su compañero o ayudante se mantenía a su lado de pie, y si lo veía sufrir demasiado, le cortaba la cabeza.
El harakiri del samurai era acompañado por la muerte de su esposa en un ritual llamado Jigai, la ceremonia era similar con la diferencia de que el corte se realizaba en el cuello para desgarrar la arteria carótida. Previamente la mujer debía atarse los tobillos con una cuerda para no tener la deshonra de morir con las piernas abiertas al caer.