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Don Héctor Castillo
LA CORBATA
Aún recuerdo aquella mañana, durante mi tiempo de estudiante universitario en Caracas, en que la profesora de la cátedra de Historia Contemporánea de Venezuela, a propósito del vestir masculino y sus cambios a través del tiempo reciente, señaló que la corbata era un elemento “sin justificación ni función alguna en el hombre de hoy… Algo que cuelga sin que nadie sepa para qué sirve…”. Ante tal aseveración, la cual me pareció a todas luces desproporcionada, tuve una cavilación inmediata, seguramente guiado porque en el aula de clase era precisamente el único que en aquel momento vestía de corbata y traje. Sin embargo y lo desmedido del comentario de la profesora, preferí no intervenir en la discusión.
De aquella anécdota ya han pasado varios años y siempre he tenido en mente aquel momento y a partir de allí es que quisiera analizar la cuestión de la corbata en el vestir del hombre de hoy.
Al revisar la historia, encontramos que publicaciones varias señalan la Columna Trajana de Roma como el primer ejemplo en la aparición iconográfica de la corbata. Sin embargo, aquel focale o pañuelo de prenda de adorno o abrigo, no se asemeja a la corbata de hoy en día. Pero no es nuestra intención dilucidar ni polemizar sobre los orígenes de la corbata en consideraciones historicistas, ni sobre aquellos datos de índole técnico que se encuentran fácilmente en los manuales de uso, etc. Quisiéramos concentrar nuestra atención en el punto central y que tiene que ver con la estética y la elegancia, elementos que no se pueden comprar y que sólo se obtienen a través del estudio paciente, la observación y el conocimiento.
A todo ello, lo debemos decir sin cortapisas que la corbata es una pieza importantísima en vestir del hombre elegante. Puede usted poseer un buen traje, una camisa bien hecha, unos zapatos ingleses y un reloj Patek Phillipe; mas, si su corbata no es de calidad, no se ajusta a su imagen, está mal anudada, peor proporcionada y no combina con los colores de su traje y camisa, puede tener la seguridad de que de nada le valdrán todos esas prendas que hemos mencionado, porque la corbata es el punto clave donde instintivamente se fijan todas las miradas. Es sin duda alguna, el centro neurálgico del buen vestir. Y es allí donde reside su importancia.
Sin embargo, no existe una fórmula mágica y única para llevar una corbata. Esto lo debemos dejar muy claro. Cada persona debe buscar su estilo propio, acorde con su carácter, personalidad, forma de vida, etc. No es lo mismo un diplomático, un artista o un empresario. Es allí donde reside la base de todo. Para alcanzar ese estilo se debe leer y ver mucho de cómo los hombres más elegantes del mundo han alcanzado esa posición, cuyo secreto no es otro que el de patentar un estilo que los hace ser ellos, sin posibilidad de confundirlos con otros. Ejemplos al día de hoy podemos nombrar varios: Su Majestad El Rey de España y el Príncipe de Gales. Otros notables ejemplos del buen gusto son los ya legendarios Duque de Windsor, Fred Astaire, Clack Gable, Cary Grant, Gary Cooper y Gregory Peck. Cada cual con su propio sello.
Para conocer más del fascinante mundo de las corbatas y encontrar nuestro propio estilo, recomiendo dos libros fundamentales: El Caballero, manual de moda masculina clásica, de Bernhard Roetzel; y Dressing de man, mastering the art of permanent fashion, de Alan Flusser.
Don Héctor Castillo
Formación BONIFICADA para trabajadores y empresas
Real Decreto 395/2007, de 23 de marzo, (BOE n. 87, 11/04/2007)
Real Decreto 395/2007, de 23 de marzo, (BOE n. 87, 11/04/2007)