Cursos, máster
subvenciones - becas
Área Protocolo, Ceremonial, Heráldica y Eventos
Instituto Europeo Campus Stellae www.campus-stellae.com
Asesoramiento : 0034 + 981 940809
LAS PROPINAS
Ofrecidas como muestra de satisfacción por algún servicio recibido, nunca rebaja ni al que la da ni al que la recibe, a no ser que sea algo tan irrisorio que resulte molesto y que haga confundir el agradecimiento con caridad.
En un principio, eran éstas un complemento a los bajos salarios que obtenían los camareros, repartidores, etc., pero su evolución histórica hizo de ellas una recompensa por el buen servicio prestado.
La forma de entregarla ha de ser discreta, sin exhibicionismos y sin ofender al que la recibe ni con el importe ni con la forma de darla. Y es importante tener en cuenta que este acto no ha de servir tampoco para descargar la calderilla que llevemos en nuestro monedero.
Hay que prestar atención especial al importe del servicio, dando un tanto por ciento del total, y procurar llevar siempre una pequeña cantidad de dinero suelto en el bolsillo para atender a esto, pues no hay nada peor en este ámbito que dar un importe superior para que devuelvan el cambio: siempre deberemos en este caso pedir disculpas por no llevar nada suelto o darle un importe ligeramente superior (nunca en exceso, pues nos catalogarían de “nuevos ricos”, como afirma José Antonio Urbina).
En España, al contrario que otros países, la propina no es algo obligatorio, sino un gesto de cortesía: hacia el botones del hotel que nos ha ayudado con las maletas, el repartidor que nos trae la compra a casa… y hemos de ser nosotros mismos quienes valoremos el servicio y decidir si merece o no ese agasajo. Pero siempre teniendo en cuenta a quién se ofrece: nunca se ha de ofrecer al encargado del guardarropa en una casa particular, o en establecimientos donde los servicios son prestados por los propios dueños: en este último caso, es aconsejable agradecer el trato recibido con un detalle como una botella de licor o unas flores.
En otros países, como Francia, se está generalizando el no aceptar las propinas en lugares públicos, y en Alemania e Italia es frecuente que, si se paga una propina, se haga constar en la factura. Por el contrario, en el Reino Unido, los taxistas llegan a pedir a sus clientes hasta un 15% del total de la factura, y en Estados Unidos es “obligatorio” dejar al menos el 10% del importe. En los países nórdicos hay quien se puede llegar a ofender, pues aceptar propina es considerado un acto de servilismo, mientras que en la antigua Unión Soviética, estaba prohibido tender la mano para aceptar una invitación, pero se permitía a los turistas introducir las monedas en el bolsillo de la chaqueta del empleado. Paralelamente, en Cuba, tras el triunfo de la revolución, Fidel Castro llegó a tildar de “insulto” a la propina. Los alegres cubanos cambiaron entonces el rótulo del bote que tenían en sus locales, sustituyéndolo por la palabra “insulto”. Ahora, la propina campa a sus anchas por toda la isla.