Nuria Pereira Martínez
Directora
Área Protocolo, Ceremonial, Heráldica y Eventos
Instituto Europeo Campus Stellae
www.campus-stellae.com
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LAS GAFAS DE SOL
Breve historia…
Aunque no está del todo claro, el origen de las gafas de sol parece estar en el Imperio Romano, donde los ciudadanos que acudían a los espectáculos utilizaban unas piedras preciosas como protección de los rayos solares. El material más utilizado era el cuarzo.
Durante la Edad Media, los jueces empezaron a utilizar unas gafas parecidas a las gafas de sol actuales para ocultar sus expresiones durante los juicios.
Pero el boom de las gafas de sol no se produce hasta los comienzos del siglo XX cuando fueron popularizadas por los principales personajes del cine mudo.
En 1929, Sam Foster empezó a comercializar su modelo Foster Grants, que fué el primer modelo oficial de gafas de sol de la historia, y tuvo gran éxito entre las altas capas de la sociedad de la época.
En 1937 llegó una innovación que revolucionó el mercado de las gafas de sol, la polarización, que permitía tener unas gafas más eficaces en la protección del sol a un precio más económico.
¿Siempre puestas?
La principal función de las gafas de sol es proteger de las exposiciones solares de nuestros ojos y de las radiaciones nocivas que el sol puede producir en éstos. A pesar de saber esta información, mucha gente se empeña en llevar las gafas de sol puestas a todas horas y en todos los sitios.
Las gafas de sol se utilizan siempre en lugares abiertos. Nunca se debe entrar con ellas puestas a ningún sitio cerrado ya sea un restaurante, una iglesia, tienda o cualquier otro comercio. Está claro que llevarlas en la discoteca tampoco es correcto aunque muchos jóvenes las lleven.
Solo en caso de lesiones oculares o cualquier otro motivo de saludo puede una persona permanecer con ellas puestas.
El primer testimonio escrito del uso de las lentes viene el siglo XIII, de la mano del científico y filósofo Roger Bacon, que escribió por primera vez sobre el uso de lentes. Poco después, en 1284, el italiano Salvino D’Armate construyó el primer par de gafas de la historia.
Durante la Edad Media, los jueces empezaron a utilizar unas gafas parecidas a las gafas de sol actuales para ocultar sus expresiones durante los juicios.
Pero el boom de las gafas de sol no se produce hasta los comienzos del siglo XX cuando fueron popularizadas por los principales personajes del cine mudo.
En 1929, Sam Foster empezó a comercializar su modelo Foster Grants, que fué el primer modelo oficial de gafas de sol de la historia, y tuvo gran éxito entre las altas capas de la sociedad de la época.
En 1937 llegó una innovación que revolucionó el mercado de las gafas de sol, la polarización, que permitía tener unas gafas más eficaces en la protección del sol a un precio más económico.
Desde ese momento y a medida que el siglo XX avanzaba, las gafas de sol han ido ganando en importancia llegando a ser en nuestros días una pieza fundamental para todo el mundo tanto por su estética como por el hecho de que nos protegen del sol y de los rayos ultravioletas.
Las gafas de sol se utilizan siempre en lugares abiertos. Nunca se debe entrar con ellas puestas a ningún sitio cerrado ya sea un restaurante, una iglesia, tienda o cualquier otro comercio. Está claro que llevarlas en la discoteca tampoco es correcto aunque muchos jóvenes las lleven.
Solo en caso de lesiones oculares o cualquier otro motivo de saludo puede una persona permanecer con ellas puestas.
Se deben quitar siempre que hablemos con otra persona, ya sea en la calle o en cualquier otro lugar.
Se considera una falta de educación permanecer con ellas puestas mientras hablamos con otra persona.
La misma norma se aplica cuando nos presentan una persona; nos quitamos las gafas de sol independientemente que la persona presentada sea un hombre o una mujer.
Si viste de etiqueta procure no utilizarlas salvo que sea imprescindible. Si lo tiene que hacer elija par más discreto para la ocasión.
Si se las quita un momento para hablar o saludar, no juguetee con ellas, chupe las patillas o gestos similares, que no son demasiado correctos.
Evite ponerse las gafas de sol en la cabeza o colgadas en el escote, no resulta elegante.
Si viste de etiqueta procure no utilizarlas salvo que sea imprescindible. Si lo tiene que hacer elija par más discreto para la ocasión.
Si se las quita un momento para hablar o saludar, no juguetee con ellas, chupe las patillas o gestos similares, que no son demasiado correctos.
Evite ponerse las gafas de sol en la cabeza o colgadas en el escote, no resulta elegante.
Los cristales deben estar siempre limpios.
Una última recomendación se les dedica especialmente a aquellos hombres que acostumbran a llevar las gafas en la frente. Salvo que sea soldador o nadador profesional y tenga que tener su par de gafas de protección a mano, ponerse las gafas de sol en mitad de la frente ada recomendable.