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Nùria Pereira Martínez
Directora. Instituto Europeo Campus Stellae

EL TÉ

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 EL TÉ


El té procede del thea Sinensis sims (Camelia Thea Link) y sus variedades (Bohea, viris y stricta), de la familia de las teáceas o cameliáceas.


El té es un árbol muy robusto que puede alcanzar hasta los diez metros de altura en estado salvaje y un poco más de dos metros, cuando es cultivado por el hombre con fines comerciales, sus hojas son persistentes y alternas con flores blancas muy aromáticas.
Esta especie no proviene ni de China ni de la India, sino de una región intermedia entre ambos países conocida como “El Viejo Valle de Asam” 
 
Que se encuentra en un regado por el rio de Brahmaputra.
Desde hace muchos años su cultivo se ha realizado en China, India, Japón, Inglaterra, Estados Unidos, África, Java, Ceilán, Paraguay, Brasil y Rusia.


La historia del Té 
 
La filosofía del té, sus cultos e incluso el teísmo, expresa la asociación del hombre y la naturaleza. Dicha asociación, según su antigua leyenda, comenzó en la primavera del siglo 2737 a.c. con el emperador chino Sheng Nung, quien era conocido como el divino sanador, por ser un erudito en las cualidades medicinales de las hierbas.
Un día mientras hervía agua para beber, percibió un aroma que no conocía, cuando se acercó a su olla encontró que unas hojas de las ramas que usaba como leña, habían caído en el agua, produciendo una bebida muy astringente y refrescante.


Luego de muchos años en el siglo IX, el emperador Kien Long consagró la infusión de té como una bebida nacional en China.
De igual forma en la India se comenzó el consumo de esta bebida a manera de droga medicinal.
El té llega Japón en el siglo XVI, cuando numerosos Samuráis lo consumirían como expresión de cultura. Luego se creó toda una serie de ritos en torno a la infusión.
Durante este siglo, los Jesuitas introducen el té en Europa. En el caso de Inglaterra, el té fue llevado por primera vez gracias a Robert Blake, quien lo obtuvo de un barco holandés que había sido capturado.


En este país se popularizó la toma de té al imitarse la costumbre de la Duquesa Anna Bedford en el año 1840, quien se aburría durante las tardes mientras esperaba la comida formal de la noche.
Es así como un día invita algunas amigas para tomar té y comer pastelitos y galletas.
De esta forma surge la tradición del “Té de tarde”, “Tarde de té” o “Té de canasta”: que es un término dado en la actualidad, porque las damas de sociedad acostumbran a jugar canasta (juego de cartas), mientras disfrutan del refrigerio.
Para la época de la Duquesa de Bedford el té era un lujo que pocos podían costear, lo mismo ocurría con la porcelana China y demás instrumentos utilizados para servir, la ya conocida bebida.
Es precisamente por esta razón, que las señoras de alta sociedad acostumbran a guardar sus hojas de té bajo llave en pequeñas cajitas llamadas “Caddy”.


El azúcar también era un elemento muy costoso para ese entonces por lo que pronto comenzó a almacenarse junto con el té. Fue de esta forma como en los altos círculos se consideraba de gran elegancia tomar té e introducir seguidamente un terrón de azúcar en la boca. Así surgió la costumbre de añadir azúcar al té.
La historia de la adicción de la leche es un poco distinta y ocurre cuando ya comenzaba a popularizar la bebida. La leche en el té surge a manera de complemento, pues se pensaba que la combinación de una bebida nutritiva con un estimulante y azúcar, daría gran energía a quien la consumiese.
En torno a este particular también se creó el mito de que la leche debía ser agregada después del té aunque en realidad debe hacerse lo contrario cuando se prepara té con la única intención de que se observara por unos pocos segundos, la finura y transparencia de la auténtica porcelana china de las damas inglesas.
A raíz de lo anterior, muchas compañías productoras de porcelana, se las ingeniaron para colocar figuras en los fondos de las tazas, que podían ser vistas al trasluz cuando el comensal finalizara su bebida. Esto constituía una señal de autenticidad.
Todo esto era capaz de hacer las damas inglesas, incluso tenían que quemarse sus dedos al usar sus finas porcelanas, pues en un principio las tazas no poseían asas, sino que eran acompañadas por platitos bastantes cóncavos, donde se servía un poco de té de la taza, se esperaba que se enfriara y luego se bebía.
Este acto resultaba grotesco a los ojos de los ingleses, quienes luego pidieron a los productores de porcelanas que le adicionaran asas.
Pronto se difundió la costumbre de tomar té a las cuatro de la tarde, lo que produjo que surgieran imitaciones de la ya popular bebida, por parte de aquellos con menores recursos.
La forma más común de falsificar té era añadir al agua hirviendo hojas secas de té ya usadas y coserlo con cardenillo para obtener té verde o con excremento de oveja, si se deseaba de la variedad negra. Luego el costo del té se redujo y se dejaron a un lado las falsificaciones.
Se comenzó a beber té en toda Europa y los distintos países no tardaron en añadirle su toque especial a la bebida, por ejemplo en Francia lo bebían bastante diluido, acompañados de galletas saladas, bocadillos dulces y frutas secas. Por su parte en la antigua Unión Soviética, lo bebían muy azucarado, a diferencia de la mayoría de los ingleses y luego de mezclarlo con unas gotas de Brandy y rebanadas de limón, lo servían en copas y lo disfrutaban ampliamente, pues le ayudaba a contrarrestar las bajas temperaturas típicas de ese país.
Posterior a esto el té llega a Norte América, donde en un principio se hervían las hojas y se desechaba el liquido, con la intención de consumirlas untadas con mantequilla y otras especies.
Una vez que se empezó a beber la infusión como tal, un comerciante neoyorquino llamado Thomas Sullivan puso hojas de té en bolsas de seda, para que sus clientes lo probaran antes de comprar. Este fue el inicio de las famosas bolsitas de té, que aparecieron definitivamente en 1920, cuando se comenzaran a fabricar en Muselina y Algodón.
Es para este mismo año cuando Nestlé y Lípton desarrollan el té de bolsitas en polvo y luego para la década de los 60 lanzaron al mercado el té instantáneo.
Hoy en día se llama té a otras infusiones granuladas que no provienen del árbol de té, sino de otras hierbas y frutas deshidratadas. Sin embargo, sea cual sea la composición, la infusión en bolsitas debe prepararse siguiendo ciertos pasos específicos:
Primero se agrega el agua caliente, luego se coloca la bolsita y se deja humedecer, se extrae, se enrolla en la cucharilla de té, se exprime, se le agrega azúcar y leche o limón.
La razón por el cual es agregada primero, es para permitir que el té impregne con su sabor a la anterior de acuerdo a su temperatura. Sin embargo, en el mundo de hoy, este tip no es muy tomado en cuenta, ni siquiera por muchos ingleses ni por los productores del té en bolsitas.
Cuando el té se encuentra en polvo, primero deberá colocarse un poco de agua caliente en la tetera, y a continuación, colocar tantas cucharadas de té como comensales haya más una cucharada para la tetera; se deja descansar unos momentos y luego se agregan las tazas de agua caliente, que sean necesarias.

La importancia del té radica en que es uno de los pocos rasgos de las culturas asiáticas que se ha popularizado y expandido por el mundo entero”.

   Por:
Narda de Molina
Alumna
Máster protocolo internacional
Instituto Europeo Campus Stellae

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