Nuria Pereira Martínez
Directora
Área Protocolo, Ceremonial, Heráldica y Eventos
Instituto Europeo Campus Stellae
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LOS EQUIPOS DE CONFIANZA
Hay una gran variedad de equipos que se forman para un fin determinado o por un motivo concreto. Entre la amplia variedad me propongo analizar los equipos formados por lo que se conoce “personal de confianza” de alguien importante, como puede ser un cargo político.
En estos casos el dirigente pone juntos a un grupo de personas pero pocas veces (aunque siempre hay excepciones) se construye un equipo, porque se realiza un trabajo independiente, con un objetivo común, pero con misiones diferenciadas. Estos equipos son un conjunto de personas trabajando, pero no son un equipo de trabajo.
Sus componentes aceptan las reglas de comportamiento del grupo, comprenden claramente sus responsabilidades individuales de qué, cuándo, dónde quién y cómo inherente a cada actividad, pero no van más allá.
En muchos casos, aunque no todos, la idiosincrasia del puesto o de la función a desarrollar me lleva a afirmar que son personas que tienen un fin común y compartido pero no tienen un compromiso fuerte de pertenencia a un equipo. En estos grupos se produce una batalla de egos, donde sí hay que perder o ganar, en lo personal y en lo profesional; donde hay que estar permanente en alerta porque la “confianza que han depositado en ti” se puede perder. Hay una carrera constante e interminable, por ser el mejor y una obsesión de cada uno por ser casi perfecto.
Además en estos equipos, formados por no más de seis personas, se genera entre sus miembros una competitividad insana, donde hay falta de compañerismo, porque el tener que estar demostrando continuamente quién eres, produce una falta de confianza en los demás, que a la vez lleva a una carencia de fluidez y de creatividad. En la mayoría de los casos el dirigente no lo nota, porque él está satisfecho con la labor de cada uno de ellos.
Asimismo desde el primer momento sus miembros conocen porqué están ahí, y son conscientes de que puede ser por mucho o por poco tiempo, lo que conlleva una gran insatisfacción personal, que provoca el instinto de supervivencia y la incertidumbre de saber si se está haciendo bien. Además el juego de poderes lleva a definir perfectamente qué hace uno y otro, por lo que no siempre se aprovechan las sinergias.
Por otra parte los objetivos individuales de cada uno implica la inexistencia de un grupo de trabajo como tal, y esto hace que no se cumpla el Acuerdo Básico de Creatividad, porque la confianza mutua no se produce, ya que la competencia entre unos y otros conlleva a no dar más información de la precisa. Se cumple aquello de que quien tiene la información tiene el poder, aunque ese poder sólo sea dentro del grupo al que se pertenece.
Todas estas características del grupo de personal de confianza hacen que el grupo no sea eficaz, sí se consigue el resultado pero no hay creatividad, no hay energía que mueva al grupo ni la interacción entre ellos. Cada uno es responsable de su parcela como mejor parece.
Esta es una situación que afortunadamente no dura mucho porque en los grupos en los que sucede esto hay tal desánimo y aburrimiento que al final termina rompiéndose y formándose uno nuevo, porque la única manera de romper sus “vicios” es creando uno nuevo.
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