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Nùria Pereira Martínez
Directora. Instituto Europeo Campus Stellae

MARÍA ANTONIETA Y EL PROTOCOLO FRANCÉS



Nuria Pereira Martínez
Directora
Área Protocolo, Ceremonial, Heráldica y Eventos
Instituto Europeo Campus Stellae
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MARÍA ANTONIETA Y EL PROTOCOLO FRANCÉS


María Antonia Josefa Juana de Habsburgo-Lorena, más conocida como María Antonieta de Austria, fue Reina Consorte de Francia junto a Luis XVI desde 1774 hasta 1793.

                                Resultado de imagen de María Antonieta de Austria


Nacida en Viena en 1755, fue hija del emperador del Sacro Imperio Germánico Francisco I y de su esposa María Teresa I. La emperatriz, su madre, se rige por una estrictas normas para la educación de sus hijos y por esta razón con trece años, María Antonieta comenzó a tomar lecciones de clave y de baile francés con sendos maestros. Más tarde, su madre escogió dos personalidades para ilustrar a su hija en dicción y canto.
Los esfuerzos de su madre por darle una correcta educación a su hija iban dirigidos a conseguir que se efectuara el matrimonio entre María Antonieta y el Delfín Luis Augusto, futuro Rey Luis XVI, quien finalmente realiza la petición de mano, aceptada por María Teresa de inmediato. 


El enlace se llevó a cabo en mayo de 1770 y desde ese momento María Antonieta renunciaba a sus derechos sobre el trono austríaco, con tan sólo catorce años.

La nueva Delfina de Francia entraba en la corte como una joven de gran belleza e inteligencia, con una mente despierta e ingeniosa, tal y como describieron algunos de sus maestros. Su vivacidad y espíritu rebelde provocaron que su adaptación en la corte fuera más dura de lo que se esperaba. De la sencillez de las cortes alemanas, donde las costumbres era familiares y burguesas, María Antonieta llegó al encorsetado protocolo francés, donde las estrictas y anticuadas reglas sacudían sus costumbres hasta en su vida íntima.
Sus esfuerzos por adaptarse a la complejidad de la nueva corte a la que pertenecía y el rechazo constante de su marido (con el que no consumó hasta tres años después de casados) supusieron un permanente estado de duda en la joven Delfina.
                                             Resultado de imagen de madame de noailles

Con el fin de que María Antonieta se adaptara con perfección al imprescindible protocolo francés de la corte, le fue impuesta como instructora su dama de honor Madame de Noailles, responsable de mostrarle las enseñanzas de la corte.

Su instructora fue muy estricta en su forma de inculcar estas enseñanzas, conocimientos que había adquirido siendo dama de honor de la anterior Reina, con quien había adoptado el carácter rígido que hacía falta para instruir en un protocolo tan encorsetado. Buscaba y analizaba cada gesto y movimiento en busca de posibles fallos que corregía incansablemente a María Antonieta.
Ésta era constantemente corregida por las faltas que cometía, que en varias ocasiones denominó como “ridículas”. Un ejemplo entre muchos era el ritual del despertar, en el que la costumbre exigía que cada mañana entrasen a despertarla todas las damas de honor de la corte vestidas con sus trajes de ceremonia, quienes le desvestían, le ofrecían agua con la que le lavaban las manos y le vestían nuevamente con otra prenda.
Esta ceremonia propia del protocolo francés, entre otras, fueron abolidas de inmediato por María Antonieta en el momento en que se convirtió en Reina de Francia junto a su marido Luis XVI, en mayo de 1774.
Sus intentos por adecuar el protocolo francés a su vida y la necesidad de adaptarse en la corte hicieron que María Antonieta encontrara entretenimientos en caprichos cada vez más frívolos y excesivos.
Comenzó entonces el desenfreno en la corte, ya que encontró en su grupo de favoritos a sus principales compañías, con quienes celebraba banquetes y fiestas en las que primaban el juego y las apuestas con grandes cifras de dinero. Comenzó a vestirse con los mejores modistos y no dejaba peinarse por quien no fuera el peluquero del momento.
Estas nuevas actitudes surgieron como consecuencia del rechazo total a la etiqueta francesa, motivo por el cual María Antonieta fue una figura principalmente repudiada por el pueblo francés. Además, sus extravagancias y su búsqueda incesante de placeres unidas a sus caprichosa interferencias en los asuntos de Estado a favor de sus favoritos, hicieron que el pueblo odiara cada vez más su figura en el gobierno de su país.
Su derroche fue excesivo y creciente, y manejó el protocolo a su manera llegando a despilfarrar fortunas en caprichos y pretensiones; por esta y más razones, María Antonieta fue una figura constantemente rechazada hasta el odio por el pueblo francés, quien no llegó a aceptarla desde su nombramiento como Delfina hasta su muerte, guillotinada.

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